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Fumando crack en la calle documental: las redes del narcotráfico y la violencia



Son icónicas sus fotografías prostituyéndose con peinados ochenteros en las calles del Seattle. Forman parte de la historia del fotoperiodismo. Sin embargo, la vida de Tiny no se quedó congelada como una imagen. Siguió, y se enganchó a la heroína, la cocaína y el crack para, en ese estado, tener diez hijos. Algunos de ellos con problemas por haber estado expuestos a la droga en el vientre. El autor de Streetwise volvió a encontrarse con ella cuando tenía 44 años y repasó su vida


La autora de las fotografías del reportaje fue Mary Ellen Mark. Después de su publicación, se quedó prendada de la noticia que había cubierto y, junto a su pareja, el director Martin Bell, volvió a Seattle para grabar un documental, el histórico Streetwise. Al contrario que otros autores, ambos siguieron estrechamente ligados a los protagonistas de su película. Intentaron, de hecho, que Erin, alias Tiny, la que más cámara captaba, una prostituta de 14 años, se fuera a vivir con ellos a Nueva York y volviera a la escuela. Sin embargo, ella se negó. Decidió seguir en la calle.




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De mendigos a millonarios.La imagen de un linyera que entiende que su pelo está en llamas y correhasta estrellar su cráneo contra una pared. El primer plano de un negro que se arranca un diente con un par de tenazas. Escenas de varios pordioserostrompeándose, defecando en la calle, fumando crack o precipitándosedesde lo alto de una escalera sentados en changuitos de supermercado. No, nose trata de un nuevo episodio de “Jackass”, el programa de MTV, tampocoes un documental sobre la miseria urbana en EE.UU.: es Bumfights, The Video(Pelea de vagabundos, el video), el último fenómeno comercialen reality shows. En sólo cinco semanas se vendieron 300 mil copias dela película. El suceso ya desborda Norteamérica y empieza a invadirEuropa vía Inglaterra. Mientras tanto –y como era de esperar–,la receta del éxito, que combina abundantes dosis de escatología,voyeurismo y violencia gratuita, ha generado una creciente polémica entreasociaciones de defensa de derechos humanos y la industria del entretenimiento,que parece haber hallado en la explotación de la indigencia callejeraun nuevo y prometedor filón. “La idea se nos ocurrió una noche de 1999 en Naked City (un barriobajo de Las Vegas). Vimos una multitud que rodeaba a dos sin techo peleándosey nos dimos cuenta del potencial de este tipo de entretenimiento. Los espectadoresparecían pasar un buen momento, así que nos dijimos: Porqué no hacemos un video con esto?”, recuerda sin ironía RayLaticia, uno de los realizadores de Bumfights. Junto a su socio Ty Beeson, comoél de veinticuatro años y egresado de una escuela de cine de California,los chicos decidieron invertir en el proyecto todo su tiempo y dinero. Tresaños y 50 mil dólares después (luego de agotar el créditode sus tarjetas) editaron una cinta de cincuenta y siete minutos de duración.Para su distribución, resolvieron ofrecerla exclusivamente online (www.bumfights.com)a un precio de 19,95 dólares. La ambiciosa apuesta inicial consistíaen recuperar lo invertido y ganar otros 50 mil verdes. Pero tres meses después,los jóvenes cineastas habían juntado entre 2 y 5 millones de dólares,según la fuente.


El Distrito Federal, con sus ejes viales, edificios, fuentes, prados, es el escenario mudo, indiferente y enemigo donde se desarrolla la opera prima de Eva Aridjis, Niños de la calle (México, 2002), documental poderoso, complejo aunque parezca simple, ferozmente lúcido: brutal.


Aridjis no juzga cuando la cámara muestra a estos chicos inhalando tolueno o fumando piedra (crack), aunque es evidente que a esta directora le preocupa la problemática de la violencia urbana. Y una no puede evitar preguntar: cuántos niños viven en las calles de otras ciudades del resto del país?


Siete números 1 consecutivos y docenas de récords después (su segundo disco fue, en 1987, el primero de una artista femenina en debutar en el número 1) , la comunidad negra comenzó a rechazar a un icono cultural que, según ellos, se había vendido al público blanco. Durante los premios de música negra Soul Train Awards de 1989 Whitney fue abucheada. Aquella misma noche conoció a Bobby Brown, el cantante r&b de moda, e inició con él una relación que le aportó lo que en la cultura norteamericana se conoce como "credibilidad callejera" a la vez que zanjaba los rumores sobre una relación con su compañera de piso Robyn Crawford. En contra de la creencia popular, fue Whitney quien introdujo a Bobby en las drogas (ella llevaba consumiendo desde la adolescencia, tras haber crecido en un hogar donde nunca faltaba el crack según recuerdan sus hermanos) , y los vídeos caseros incluidos en Can I be me? dejan claro que esa pareja, entre otras muchas cosas, se lo pasaba muy bien.


La pareja empezó a protagonizar escándalo tras escándalo. Durante todo 2007 la prensa les persiguió de forma continua. Los tabloides británicos relataron en el mes de agosto cómo la autora de Valerie sufrió una sobredosis que fue recogida también por la prensa internacional y por esas fechas se hicieron eco también de la entrada en prisión de Blake por agredir al dueño de un pub y obstruir a la justicia. La prensa apretó y llegó incluso a, recién empezado el año 2008, conseguir imágenes tan potentes como la de la Amy presuntamente fumando crack en su propia casa después de haber consumido éxtasis y cocaína.


En zonas que han comunicado un aumento en el uso de productos inhalables, tales como fumar cocaína crack, las salas supervisadas de consumo de drogas, que inicialmente se dirigían únicamente a los consumidores de drogas inyectadas, han empezado a ampliar sus servicios para incluir una inhalación supervisada. Los hallazgos sugieren que las salas supervisadas de inhalación ofrecen la posibilidad de reducir la agitación en la calle y los enfrentamientos con la policía (DeBeck y cols., 2011). Este cambio en la prestación de servicios está teniendo lugar en un contexto marcado por una menor prevalencia del consumo de heroína por vía parenteral y un mayor acceso a tratamiento de sustitución de opioides. En dicho contexto, algunas salas han adaptado la prestación de servicios a las necesidades de los consumidores de crack en los centros urbanos.


En 1983 se calculaba que medio millón de menores de edad ejercían la prostitución callejera en Estados Unidos. Una pareja de periodistas se ganó la confianza de chavales en esta situación en Seattle y grabó su día a día en Streetwise, ahora un documental histórico. Las niñas hablaban sin tapujos de cómo se prostituían, enumeraban sin pestañear las veces que las habían violado, los niños sobrevivían en edificios y coches abandonados. Era la consecuencia de las crisis del petróleo en un país en el que Reagan recortó los servicios sociales 2ff7e9595c


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